Desde ACAIP, sindicato mayoritario en Instituciones Penitenciarias, queremos denunciar una vez más la invisibilidad de un colectivo que también trabaja en estas fechas tan señaladas, lejos de sus familias, sin reconocimiento público ni respaldo institucional. En los habituales resúmenes de fin de año o en los reportajes que muestran cómo se trabaja en Navidad, se recuerda a médicos, bomberos o fuerzas y cuerpos de seguridad, pero nunca a quienes garantizan la seguridad interior de los centros penitenciarios los 365 días del año.
Estos días no solo implican un refuerzo del trabajo en términos de seguridad, sino también una mayor carga emocional. Los funcionarios y el personal penitenciario deben ejercer, además, como elemento de contención y paliativo psicológico para muchos internos que atraviesan momentos de especial vulnerabilidad, ansiedad o desesperación durante la Navidad.
Paradójicamente, la Administración Penitenciaria demuestra en estas fechas una sensibilidad especial hacia los internos, estableciendo menús extraordinarios y racionado doble, algo comprensible desde el punto de vista humanitario, mientras mantiene un absoluto desinterés por las condiciones laborales de sus trabajadores. Un contraste que resulta aún más sangrante cuando se trata de internos mediáticos o de relevancia pública, cuya situación genera titulares, mientras quienes los custodian y garantizan la seguridad permanecen en el anonimato.
Esta apatía no es puntual ni estacional. A lo largo del año, el colectivo sufre graves carencias estructurales: un déficit de médicos que supera ya el 72%, el aumento constante de las agresiones físicas y verbales, con un verano especialmente violento, la proliferación de nuevas drogas y de métodos cada vez más sofisticados para la introducción de objetos prohibidos, como el uso de drones, ante los que la Administración no presta la atención necesaria. A ello se suma la negativa a atender reivindicaciones tan elementales como el redimensionamiento de las plantillas para adaptarlas a la nueva realidad multicultural, racial y étnica de nuestras prisiones o el reconocimiento de los trabajadores penitenciarios como agentes de la autoridad.
Desde ACAIP recordamos que no hay seguridad, convivencia ni reinserción posible sin trabajadores penitenciarios protegidos, valorados y escuchados. Estas Navidades, mientras algunos titulares se centran en lo que comen determinados internos, exigimos que también se hable de quienes sostienen el sistema penitenciario con profesionalidad, vocación y sacrificio personal.